Siempre creí en las segundas oportunidades, todo el mundo comete errores, algunos menos dolorosos que otros, pero ninguna persona es perfecta. ¿Quién alguna vez no dejo escapar de su boca algún pensamiento, sin antes procesarlo un poco?  Quizás has tomado una decisión  sin previa meditación, a veces nos dejamos  llevar por el impulso, la pasión o la locura, y puede salir bien, pero también puede que no y  que  arruines  una amistad, una relación, o una oportunidad. Por eso me gusta dar siempre una segunda oportunidad, porque al hacerlo, puede que resulte  mejor o no, pero nunca me quedo con la duda.

El problema en mí, es que aplico este criterio, no solo con las personas o cualquier ser vivo, ya sea animal o vegetal, lo utilizo también con los objetos. Para mí nada puede ser desechado sin haber tenido una segunda oportunidad. Es así como tengo mi taller lleno de cosas que creo que merecen ser reinventadas o simplemente restauradas.

No se lo vayas a contar a nadie pero, soy de las que baja la velocidad cuando va conduciendo y estira el cuello como jirafa al pasar cerca de un contenedor o tumulto de objetos que suelen ser sacados a la calle. Soy una enamorada perdida de los mercadillos. Si alguien descarta algo yo siempre lo veo con cariño y empiezo a pensar, ¿qué podré hacer con esto? Mis amigas ya no tiran nada sin antes preguntarme. Es una costumbre que por supuesto acarrea muchos problemas, tiempo, lugar, peleas conyugales... Pero cuando se ve el resultado, todo ha valido la pena.

En esta sección les iré mostrando algunas cositas que han tenido su segunda oportunidad, así que a estar bien atentos. Y si tienes algo que te da pena tirar, dímelo y seguro que alguna idea se me ocurrirá.

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